miércoles, 29 de septiembre de 2010

Comprender a los jóvenes digitales (2)

La semana pasada hablábamos del miedo que muchos adultos experimentan cuando oyen hablar de “jóvenes y nuevas tecnologías”. Planteábamos la cuestión en estos términos: ellos son “nativos digitales” y se manejan mejor que nosotros en ese mundo. Pero nosotros sabemos más de las cuestiones que allí se ventilan: la amistad, el respeto, la prudencia, la lealtad…

He aquí algunas claves para poder educarles en el uso responsable de las tecnologías, también cuando nos superan en su manejo diario.

1. Involúcrese en ellas. No huyamos de los videojuegos, las redes sociales o Internet. Adentrémonos en ese mundo de la mano de nuestros hijos: nadie nos instruirá mejor que ellos. Quizá así sepamos qué páginas visita, qué amigos acepta, qué videojuegos emplea. Y podremos aconsejarle. No le acosaremos desde fuera ni le criticaremos sin conocer su mundo, sino que volveremos a ser su padre, con la autoridad y el cariño de siempre, pero en su mundo. “Esto quizás no sea lo más conveniente, ¿no te parece?”. Y, con la complicidad de compartir ese mundo, es posible que nos haga caso.

2. Piense bien cuándo y cómo debe iniciarse su hijo en las nuevas tecnologías. Con diez años ¿necesita un teléfono móvil, un perfil en Facebook o un ordenador con Internet? Los padres tenemos que decidir sobre esto. A esa edad no es necesario disponer de móvil y ellos no distinguen la necesidad del capricho. Y, no obstante, éstos son los datos que ofrecía “La Generación Interactiva en España”, investigación realizada por la Fundación Telefónica y el Foro Generaciones Interactivas de la Universidad de Navarra, a partir de entrevistas a 13.000 escolares de todas las Autonomías: entre los 6 y los 9 años, el 73% se declara videojugador, el 40% posee móvil propio y el 55% navega sólo. Vistas las cosas con perspectiva, quizás deberíamos enseñarles a esperar, a iniciarse con más edad, y más lentamente. Quizás deberíamos establecer un horario y unas pautas de conducta. Un botiquín contiene medicinas para curar, pero si un niño accede a él sin criterio –tomo esta medicina roja tan bonita, y esta otra verde, y aquella de color azul- podría producirle daños graves, e incluso irreparables. Hay que intervenir y hay que educarles: para que sepan usar con prudencia las tecnologías y sepan decir “No” a lo que no les conviene.

Pasado mañana terminaré esta serie con algunas claves más.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Vídeo de la semana: Un amor que dura siempre

Me han llegado varias sugerencias para “El anuncio de la semana”, pero antes de dar paso a ellas, quiero ofreceros este precioso anuncio que a mí me hizo llorar cuando lo vi por primera vez. Es un spot magnífico, que habla de cosas hermosas que llegan al corazón. Ésta es mi contribución a mi compromiso inicial: ofrecer anuncios que hagan pensar, que aporten optimismo, que unan –en la publicidad- el aspecto comercial con la propuesta de valores humanos nobles. Os sugiero que primero veáis el spot y después leáis el comentario.

Shangai, en los meses previos a la revolución de 1949. Harry, el hijo de un dirigente colonial inglés, conoce un buen día a Sou-leen, la hija del chófer nativo de la familia. Ambos son de cultura y clase social muy diversa, pero eso no es óbice para que surja entre ellos una preciosa historia de amor. Primero vemos, en rápida secuencia, el momento en que se conocen, las imágenes de un Shangai abigarrado y denso, los primeros juegos infantiles.

Un día, Shou-leen despierta al muchacho llamándole desde la calle, y le ofrece la misma golosina que compartieron el día en que se conocieron. Entonces empieza el romance. Les vemos bailar, en el jardín de la mansión inglesa, mientras los adultos conversan en una fiesta de circunstancias.

La historia avanza. Una tarde otoñal, paseando junto a las vías de un ferrocarril, Shou-leen estornuda, y Harry le regala su bufanda en un gesto tierno y galante. Ella piensa entonces que ese amor imposible puede hacerse realidad, pero al llegar a casa –es ya noche cerrada- la madre de Harry le recrimina por la tardanza, y ella se siente culpable.

Cuando, al día siguiente, Harry le busca mientras estalla la revolución, Shou-leen ha desaparecido. La búsqueda es inútil. La familia huye casi con lo puesto, y Harry promete que un día volverá…

Esta fantástica historia, contada sin palabras, le valió a Burberrys un León de Oro en el Festival de Cannes de 1995. Pero sigue siendo actual, y sigue conmoviendo a la audiencia. Porque hoy, cuando tantos piensan que el amor dura sólo unos meses, o quizás sólo una noche, este anuncio nos muestra, con una bella alegoría, que el amor puede durar toda una vida. Un amor que supera las barreras del tiempo, que permanece siempre. Ojalá sepamos hacer publicidad con este mismo tono y estilo.

viernes, 24 de septiembre de 2010

"Blood Money, el valor de una Vida" se estrena acosada por el silencio mediático

"Blood Money, el valor de una Vida" es un largometraje-documental del cineasta David Kyle, que expone la verdad sobre la industria del aborto. La cinta, narrada por la Dra. Alveda King (sobrina de Martin Luther King), muestra el recorrido del aborto en Estados Unidos, apoyándose en testimonios de personas directamente implicadas en él.

Abundan declaraciones de de médicos y enfermeras de clínicas abortistas que cuentan la triste verdad que se esconde detrás de esta “industria”. También participan numerosas mujeres que abortaron en su momento, contando lo que entonces les dijeron y la realidad con la que se encontraron después.

La película se propone contar la historia no narrada en los medios de comunicación: desde los inicios del movimiento en favor de la Planificación Familiar hasta el suculento negocio de las clínicas abortivas, cuya “rentabilidad” se asienta sobre una promoción garantizada del aborto por parte de los gobiernos. También trata el famoso caso “ Roe contra Wade”, que abrió el camino a la legalización del aborto; la estrategia de obviar en todo debate la pregunta clave en esta cuestión: “¿cuándo comienza la vida humana?”; la lucha de tantos movimiento pro-vida para salvar las vidas de niños inocentes, y los efectos devastadores del aborto en la cultura contemporánea.

Se estrenará en España el próximo 8 de octubre. Aunque está anunciada desde hace semanas, parece haber un gran pacto de silencio que impida su acceso a los medios de comunicación; porque, con lo candente que está el asunto en nuestro país, ¿cxómo es posible que ningún medio se haya hecho eco de tan polémico estreno?

Os dejo con el tráiler, que resulta sumamente clarificador del contenido.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Comprender a los jóvenes digitales (1)

Cuando oímos “jóvenes y nuevas tecnologías” pensamos en una mala mezcla, un cóctel incluso peligroso. Y yo me pregunto: ¿tiene que ser así?

Muchos padres, usuarios de los nuevos medios, cuando los ven en manos de sus hijos presagian lo peor: aislamiento, conducta agresiva, descenso en las calificaciones…

Sin embargo, estudios realizados en diversos países demuestran que, juntos a efectos negativos, las nuevas tecnologías mejoran algunas destrezas intelectuales. Así, muchos videojuegos fomentan la percepción visual y espacial, la destreza óculo-manual, el desarrollo lógico y la toma de decisiones; además Internet facilita el acceso a la información, abre posibilidades de aprendizaje y de comunicación, crea nuevos amigos y relaciones en todo el mundo, y fomenta un mayor sentido de la globalidad, la solidaridad y una mente más abierta.

Conocemos los peligros de estos medios para la infancia: acceso a contenidos inapropiados, falta de privacidad, acoso en redes sociales, y sobre todo esto: que alguien pueda colarse en sus vidas y se aproveche de su inocencia. Sin embargo, las nuevas tecnologías son algo con lo que hay que contar, porque está en el entorno de los jóvenes y es imposible que estén al margen; y también porque pueden enriquecerles y hacerles mejores.

Entonces, ¿cómo actuar? Antes de sugerir algunas ideas a los padres, debemos comprender dos cosas:

a) Los chicos son “nativos digitales” y nosotros “inmigrantes digitales”. Lo explicó Marc Prensky en 2001: ellos han venido a un mundo en el que esas tecnologías eran parte del paisaje, de la vida, de la forma de comunicarse. Es algo natural para ellos: por eso son quienes mejor programan el Televisor LCD y el vídeo, navegan por Internet sin esfuerzo y encuentran todo lo que desean. Nosotros nacimos sin ellas y hemos tenido que amoldarnos a ese mundo, muchas veces con dificultad e inquietud.

b) Los padres, en cambio, sabemos más de la vida: de la amistad, de la lealtad, de la responsabilidad y de todas las graves cuestiones que están en juego cuando los jóvenes usan los nuevos medios. Ellos saben más de Internet y de videojuegos, pero nosotros sabemos más de cómo usarlos: de la prudencia al manejar esos aparatos, de los peligros que pueden acarrear, del sentido común para no dejarse atrapar por ellos.

Tan perjudicial puede ser intentar alejarles de un mundo que es el suyo (y al que llegarán de todas formas) como abandonar la responsabilidad de formarles: porque ellos solos no son capaces de advertir sus peligros y necesitan un criterio para su uso. Somos sus padres, y ellos necesitan de nosotros también ahí, aunque como “inmigrantes digitales” nos superen en su manejo.

¿Qué hacer entonces? En el próximo artículo señalaré algunas ideas que pueden ser útiles en esa importante tarea que debemos asumir: la educación de nuestros jóvenes en su relación con las tecnologías y con el mundo.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Video de la semana: "Abraza la vida": amor familiar y poesía en la tragedia

Edel Romero, que fue alumna mía en la Universidad de Málaga y ahora triunfa en una empresa de Comuni-cación, me envía este spot para que lo comente en “El vídeo de la semana”. Lo hago con mucho gusto. Gracias, Edel, por esta joya. A los demás: que lo disfrutéis y que enviéis sugerencias para esta sección. Recomiendo ver primero el vídeo y después el comentario.

Embrace Life” es una emotiva campaña para promover el uso del cinturón de seguridad. Aunque rodada con bajo presupuesto, consigue una calidad técnica muy notable y una implicación altísima por parte del espectador. El boca-a-boca ha funcionado con ella: lanzada en YouTube el 29 de enero de 2010, y apoyada sólo mediante correos electrónicos y presencia en redes sociales, en sólo dos meses superó el 1.250.000 visitas (el vídeo nº 84 de toda la historia de YouTube, y el nº 1 en temas educativos), de modo que en abril de este año dio el salto a los cines y a la televisión. Ha sido visto en más de 140 países.

¿Y de qué nos habla? Por una parte, de la vida entre el sueño y la realidad; y por otra –sobre todo- de la unión en la familia. Una mano gira en el aire, como si encendiera el imaginario motor de un coche; y unos pies descalzos pisan un embrague también ficticio. Al momento, nos damos cuenta de que estamos en una sala de estar (idea de acogida, de hogar), y que el padre ha iniciado un viaje soñado –idílico- que no le separa de su familia, porque todos están unidos, "enlazados" por el amor.

El padre mira un instante a la izquierda, a su mujer a su hija (presentes en su cabeza mientras viaja), y al volver la vista al frente ve algo que le horroriza. La hija advierte enseguida que algo va mal; y así, cuando él parece abatido –no hay solución al choque fatal e inminente-, ella y su madre se lanzan con toda al alma para intentar salvarlo.

La hija, un ángel con alas (¿su Ángel de la Guarda?), le abraza por la cintura como cuando era niña. La mujer, con los brazos alrededor de su cuerpo, le protege con el gesto del amor. Ese abrazo –el “abrazo de la vida”- materializa y expresa el lazo invisible que les une como familia, que les mantiene firmes en la adversidad. Tras el golpe fortísimo, sugerido en las bolitas de cristal que recuerdan los cristales rotos del coche, vuelven de nuevo la paz y la alegría. Porque el peligro ha pasado... y están más unidos que nunca.

Una bella metáfora, contada al ralentí. No hay muertos, ni coches aplastados, ni cuerpos cubiertos de sangre. Sólo un mensaje claro y positivo, que cala én nosotros con más fuerza que los trágicos anuncios de seguridad vial: porque no hay nada más grande y seguro que el amor. Merece la pena difundirlo, ¿no os parece?

viernes, 17 de septiembre de 2010

"Modern family": sucedáneos de familia en la pantalla (2)

El material promocional de la serie advierte que "la familia tradicional ya no es el único modelo a seguir". Pero el visionado de unos pocos episodios basta para desmentir esa afirmación. Al final de la primera temporada, resulta evidente que la familia sigue dependiendo de la figura de la madre (con todas sus limitaciones y paranoias) para subsistir. Se promueve una vez más, aunque con toque de comedia, el prototipo de Madre Coraje, una imagen que sale reforzada por contraste con la actuación de unos maridos desorientados pero a los que quieren de verdad.

Sin embargo, el modelo de pareja gay sí aporta una innovación a las tramas televisivas. Desde las primeras salidas del armario hasta su establecimiento cotidiano en la pantalla, los personajes gays han sufrido simplificaciones que en ocasiones parecen debidas más a agendas sociales que a criterios narrativos. Primero fue el personaje gay que aparecía como el mejor amigo, un personaje comprensivo y sensible. Después, los guionistas nos ofrecieron la sublimación de un estilo de vida en el que la promiscuidad y el ambiente más descarado fueron los protagonistas. En Modern Family, por el contrario, se ofrece un modelo estable de pareja gay: monógama, hogareña y paternal, con todos los hábitos de normalidad que se adquieren con años de convivencia.

Precisamente esa "normalidad", que sorprende por la ausencia de demostraciones sensibles de afecto de la pareja en pantalla, ha cosechado una de las críticas más frecuentes a la serie: en este caso, el recurso habitual a la tensión sexual no resuelta se ha convertido en una absoluta falta de tensión, para algunos poco realista. Los productores han avisado que en la segunda temporada pondrán remedio o darán explicaciones.

Como en la mayoría producciones televisivas, el retrato de la familia que presenta Modern Family es fragmentario y, en algunos aspectos, contradictorio. Estas uniones afectivas que algunos pretender asimilar a la familia no suelen crear los vínculos que se establecen en una verdadera familia. No es de extrañar, pues, que las familias representadas en Modern Family aspiren a crear, recrear o mantener los vínculos que conforman una familia de verdad. El estilo de vida y la composición que se propone en esas familias puede apartarse del tradicional, pero al final todos ellos aspiran a disfrutar del producto de mejor calidad: el original. Sólo nos conformamos con el sucedáneo o la imitacion cuando no queda otro remedio.

El problema de esta serie no es que se atragante por lo escabroso, pues suele cuidar las formas, sino el regusto que deja al acabar. Cuando ha pasado el efecto curativo de la risa, apenas se requiere un momento de mínima reflexión sobre sus contenidos para que se nos amargue la vida por lo mal que parece andar la modern family.
Mario López de Astea

jueves, 16 de septiembre de 2010

"Modern family": sucedáneos de familia en la pantalla (1)

Tras el éxito que ha cosechado en U.S.A. la serie “Modern Family” (familias desestructuradas, parejas homosexuales, etc.), ahora la productora de tal engendro –la Fox- se ha lanzado a buscar las 30 “modern familys” españolas (la única condición es que sean transgresoras: no valen las familias normales) en un marathón de entrevistas cuyos resultados se darán a conocer el 20 de este mes. Para situarse en este “fenómeno”, que será tema de portada en los próximos días, puede venir bien leer este interesante reportaje de Mario López de Astea, publicado en Aceprensa. Mañana publicaré la segunda parte.

Cuando uno se enfrenta a productos televisivos como Modern Family debe estar preparado para divertirse, aunque sea a su pesar. La serie revelación de la pasada temporada en la TV norteamericana propone una nueva mirada satírica a la familia. La trama sigue las vicisitudes de las parejas que conforman el nuevo modelo de "gran familia (heterosexual, gay, multicultural) feliz", como dice su eslogan.

El argumento de base es simple: Claire debe esforzarse para sacar adelante a su familia, aunque sea conformándose con unos mínimos realmente bajos, luchando con hijos adolescentes y con el disfuncional postadolescente de su marido. Mitchel, su hermano gay, tiene una relación estable con otro hombre; ya son mayores, pero no maduros, y acaban de adoptar a una niña. Jay, el padre de ambos, se ha casado con una joven madre colombiana a quien conoció en la fiesta que organizó cuando su mujer le dejó.

Para personas que viven y comprenden los valores que encierra la familia, Modern Family puede resultar entretenida, porque su sátira feroz nunca llega a presentar esos personajes como modelos: no engaña a nadie, es ficción, una comedia sin excesivas pretensiones sociales.

Para quienes se han (de)formado (vi)viendo sin comprender los contenidos de la pantalla, esta serie será la confirmación de que la familia tradicional ya debería compartir espacio con modelos alternativos. En cualquier caso, ficción o realidad, Modern Family ayuda a considerar algunas cuestiones sobre la familia actual.

Desde un punto de vista técnico —la producción, la interpretación y la historia han sido premiadas o nominadas en abundancia—, quizá merece la pena destacar la habilidad con que los realizadores han sabido superponer, al estilo narrativo habitual de una sitcom, un recurso adaptado de otros formatos: los protagonistas se dirigen de vez en cuando directamente a cámara —al espectador— para explicar el sentido de sus reacciones, sus verdaderas emociones, aunque las escenas mantengan un tono disparatado de comedia; un estilo de reflexión que pretende dar más calado a los personajes y al que nos han acostumbrado documentales ficcionados (16 and pregnant) o realities adocenados (tipo Gran Hermano o Survivors). La verdad es que, a pesar de la buena intención y por graciosos que resulten, siguen en el ámbito del estereotipo.

Pretenden la transgresión, pero siguen mostrando la vida de tres parejas con sus retoños... Tres parejas no convencionales en su composición, pero absolutamente tradicionales en su relación, incluida la estabilidad. Puestos a retratar nuevos modelos, ¿dónde quedó la familia monoparental, por desgracia tan corriente? ¿O dónde está ese hacer y deshacer relaciones al que, también por desgracia, nos tenían ya acostumbrados en la ficción televisiva?

En el retrato de la figura del padre, seguimos con el esquema de siempre: una colección de inmaduros, ya se trate del padre de familia que pretende ser más adolescente que sus hijos (con resultados a la vez cómicos y patéticos) o del padre ya mayor, divorciado y casado con una joven que podría ser su hija y conviviendo e intentando educar a su inteligente hijo, con edad para ser su nieto.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

La publicidad vende valores más que productos (y 3)

¿Qué vende Coca-Cola? No un sabor distinto, ni una fórmula nueva, ni un precio más asequible; en todo eso se diferencia poco de Pepsi. Vende juventud: en todos sus spots, en todos sus mensajes. Desde 1968, la juventud es un valor emergente. Ya no son los adultos quienes marcan el punto de referencia social, sino esa franja de edad con la que todos quieren identificarse: todos quieren vestir como los jóvenes, ser identificados como jóvenes. Coca-Cola recoge esa nueva tendencia, asocia su producto a esa nueva aspiración, y lanza mensajes paradisíacos, hedonistas y desenvueltos para apelar con eficacia al espectador.

¿Qué vendía Marlboro? Pues ni más ni menos que un valor muy apreciado por los adolescentes: la libertad, el dominio, la independencia. Para un público todavía inmaduro, que no ha encontrado su lugar en el mundo de los adultos ni tiene la tan ansiada seguridad profesional, los anuncios de esta marca le ofrecen una recompensa emocional a través de pequeñas historias que hablan de seguridad, de libertad, de dominar un mundo salvaje y agreste.

¿Y qué ha vendido Camel durante varias décadas? No un cigarrillo más o menos suave, sino un valor muy concreto: “El sabor de la aventura”; es decir, evasión. En una sociedad tan tecnificada, tan llena de polución y de estrés, la propuesta de aventuras, de reencuentro personal con la libertad y con la naturaleza resultó una oferta estimulante durante los años ochenta. La evasión —toda la publicidad explota mucho este valor— era lo que realmente nos vendían sus anuncios. Así, hasta que —a principios de los noventa— decidió cambiar su posicionamiento y dirigirse a un público más joven, menos soñador de aventuras exóticas. Sus campañas, centradas ahora en la mascota de Joe Camel (convertida en muñeco de trapo) y con mensajes divertidamente paternalistas (“No tires un Camel encendido por la ventana”, etc.), mostraron una actitud más escéptica, más desenfadada e irónica, en un contexto deliberadamente urbano y juvenil. Habían cambiado los valores de su campaña, aunque el producto seguía siendo el mismo.

La publicidad, por tanto, se ha vuelto una suerte de comercio de valores: una publicidad más simbólica que real, más emotiva que racional; pero efectiva, al fin y al cabo.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Anuncio de la Semana: Los niños… ¡nos enseñan tantas cosas!

Sigo con mi promesa de colgar todos los lunes un vídeo positivo en la barra derecha del blog: un vídeo que cumpla estas tres condiciones: 1) Haga pensar; 2) Aporte optimismo; 3) Muestre que lo comercial es compatible con la ética y puede hacernos mejores. He recibido ya tres spots: saldrán las próximas semanas, con la mención de quiénes me los habeís proporcionado.

La mayoría de los anuncios nos hablan de ideales muy teñidos de egocentrismo: nos animan a triunfar, a disfrutar… a seducir, a llevar una vida cómoda; cifran la felicidad en ser admirados o deseados. Éste que hoy os ofrezco no habla nada de todo eso. Habla de generosidad, de entrega, de dar lo mejor que tenemos, de sentirnos bien queriendo a los demás. Sobre todo, habla de la inocencia de los niños, de esa aspiración que todos debiéramos sentir por volver un poco a nuestra infancia. Y, allí, aprender a ser mejores.

Este anuncio fue realizado en Barcelona por la agencia Bassat & Ogilvy para la Asociación AFANOC (Asociación de Familiares y Amigos de Niños Oncológicos de Cataluña), y recibió un merecido galardón en el Festival Internacional de Cannes en el año 2003.

A mí me alegró que lo premiaran. Porque es bueno que la publicidad diga también esto: “Hay más alegría en dar que en recibir”. Y este mensaje no lo oímos demasiadas veces en la publicidad.

viernes, 10 de septiembre de 2010

La publicidad vende valores más que productos (2)

Todas las marcas “venden” valores. Y es conveniente que nos detengamos un momento a entender los fundamentos de esta nueva lógica comercial que se está imponiendo en el ámbito publicitario.

La difusión de los valores es hoy en día un aspecto capital, que tiene una raíz histórica muy concreta. Los publicitarios se dieron cuenta hace años de que la tecnología había igualado tanto los productos que era muy difícil distinguirse de la competencia por algún aspecto estrictamente funcional. Por otra parte, descubrieron también que el público no era capaz de retener tanta información como quería transmitírsele en cada anuncio (descuentos, oportunidades, prestaciones), muy especialmente en los spots de televisión; eran demasiados datos para un espectador que está acostumbrado a la pasividad. Los datos, las argumentaciones racionales eran plenamente válidas para la publicidad en medios impresos (periódicos, revistas), pero ya no tanto para el medio audiovisual, que tiende a convertir todo en espectáculo. La imagen en movimiento induce más a la fascinación, al ensueño y al sentimiento.

¿Cuál ha sido el resultado? Si no era posible diferenciar al producto por alguna cualidad propia y específica, se diferenciaría por una cualidad ideal, onírica o añadida por el publicitario. Los mensajes de la publicidad rodearon entonces al producto de valores socialmente en alza, diferenciaron a los productos con valores o actitudes que poco o nada tenían que ver con el producto en sí. Y, de este modo, en los últimos veinte años hemos asistido a una publicidad que nos vende valores y estilos de vida tanto o más como nos vende bienes y servicios.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Anuncio de la semana: El valor de la reconciliación

Si mi trabajo en publicidad no sirve para iluminar el mundo, entonces no sirve para nada. Por eso me he propuesto subir cada lunes, en la barra de la derecha de este blog, un spot que, además de breve, reúna estas tres condiciones: 1) Haga pensar; 2) Aporte optimismo; 3) Muestre que lo comercial es compatible con la ética y puede hacernos mejores.

El primer vídeo que he seleccionado es un spot de Coca Cola titulado “Reconciliación” (también se dio a conocer como “Cyrano”) y fue creado por la agencia madrileña McCann Erickson en 2003. Por su acertada creatividad, mereció ese año el Gran Premio de Oro concedido por AMPE (Asociación de Medios Publicitarios de España) y el Premio al Mejor Spot del año concedido por la APPE (Asociación de Productores de Publicidad Española).

Es un anuncio muy simple, pero con una fuerte carga emotiva. Por una parte, nos habla de algunas cosas que dificultan la comunicación en la pareja: utilizar a los hijos como parapeto o como arma arrojadiza; suponer que una respuesta evasiva pretendía humillarnos o hacernos daño; generalizar a partir de un acto concreto como si fuera un defecto del otro imposible de corregir...

En un determinado momento, el chico que actúa de mensajero tiene una feliz inspiración. Y el anuncio empieza a hablarnos de otras cosas, mucho más positivas, y que todos deberíamos tratar de conseguir: olvidar con una sonrisa una palabra amarga, descubrir lo bueno del otro que habíamos ya olvidado, transformar los dardos encendidos en bellas palabras de perdón. Pero, aún más que eso, el anuncio nos habla de esos laberintos en que a veces nos encerramos, haciendo imposible toda comunicación con el exterior.

Hoy, que asistimos al drama de tantas familias rotas, viene bien descubrir que la publicidad, además de vender productos, puede promocionar ideas que nos ayuden a ser mejores.

jueves, 2 de septiembre de 2010

La publicidad vende valores más que productos (1)

En cierta ocasión preguntaron al Director de márketing de L´Oreal por la finalidad que perseguía en su estrategia publicitaria: ¿buscaba conectar con un perfil de “mujer ensoñadora”?, ¿quería subrayar la capacidad del perfume para asociar impresiones sensoriales?, ¿veía el producto distinto al resto en algún punto significativo? Por toda respuesta, el Director de marketing respondió: “Yo no vendo un perfume, vendo seducción”.

Es decir: en su publicidad, vendía un valor socialmente en alza mucho más que un producto, por exquisito que pueda ser. Y esto mismo es lo que hacen tantas marcas: Volvo no vende coches, “vende” seguridad; Ariel no vende un detergente, “vende” blancura; y Nokia no vende terminales telefónicos, “vende” comunicación (una comunicación humana que la gente echa de menos en un mundo hiper-tecnologizado: de ahí su eslogan “conecting people”).
Algo parecido es lo que hace el anuncio que vemos a la izquierda: el servicio de Correos Australiano no habla de su eficacia ni de su celeridad en la enterga, simplemente nos dice: “If you really want to touch someone, send them a letter” (“Si realmente quieres tocar (el corazón) de alguien, escríbele una carta”... en vez de enviarle un mail).